Como cualquier otra gran capital europea, Madrid es una ciudad en constante evolución y crecimiento. Atrae a personas de todo el mundo con la promesa de un buen trabajo, de cumplir sus sueños artísticos o culturales, o simplemente, de sobrevivir en una gran urbe. Pero las cosas nunca fueron fáciles en la capital de España. La inmensa extensión de la ciudad, distribuida a través de numerosos distritos y barrios, la convierte en un complejo panal en el que cohabitan desde los más ricos y poderosos del país hasta las familias más humildes. De La Moraleja a Villaverde, del Centro al Puente de Vallecas, las diferencias entre zonas de la ciudad son cada vez más evidentes, porque de hecho se basan en su mayoría en herencias históricas. Hay barrios que han logrado quitarse de encima el estigma de ser peligrosos en los últimos años, básicamente a base de especulación inmobiliaria y poniendo los precios por las nubes en los pisos y alquileres. Otros, sin embargo, no han tenido tanta suerte.
Cuando uno se pone a mirar datos sobre la diferencia entre los distintos barrios de la capital siempre hay un nombre que resalta en negativo. San Cristóbal de los Ángeles, un barrio situado en el distrito de Villaverde, en el extremo sur de la ciudad, tiene el dudoso honor de obtener los primeros puestos en fracaso y abandono escolar. También es el barrio con el precio más barato por metro cuadrado, aunque esto no ha hecho que la zona se revalorice, ni mucho menos. San Cristóbal es considerado por muchos en la capital como un barrio peligroso, con una alta tasa de delincuencia. Los medios de comunicación parecen refutar esta idea, poniendo además el foco en la gran cantidad de población inmigrante que vive en esta zona, la única que pueden pagarse en muchos casos. ¿Es la realidad tan fea como la pintan? Nosotros hemos querido acercarnos más a fondo a San Cristóbal de los Ángeles para entender por qué este barrio madrileño tiene tan mala fama.
Historia de San Cristóbal
Cuando hablamos de la historia de San Cristóbal de los Ángeles apenas tenemos que irnos unos setenta años hacia atrás para comenzarla. Y es que el barrio no existió hasta mediados del siglo pasado. En los años 50 se comenzó la construcción de viviendas protegidas y sociales, de baja calidad por cierto, sobre un antiguo tejar que estaba delimitado por una autovía, una línea de ferrocarril y otros lugares marcados, en el sur de Madrid. El barrio se convirtió en un pequeño rectángulo en la parte este de Villaverde, y a partir de los años 60 se fueron reubicando en él a familias que habían sido expulsadas de otras zonas de la ciudad. También llegó mucha inmigración nacional en los 60 y 70, desde Extremadura, Andalucía o Castilla La Mancha.
En los años 80, San Cristóbal podía pasar por ser un barrio obrero más de la “periferia” de la gran capital. Sin embargo, las continuas crisis y cambios en los medios de trabajo provocaron que el barrio quedara anclado en una tasa de desempleo brutal. La droga hizo el resto, en un ambiente deprimido donde los jóvenes no veían futuro más allá de la botella o la jeringuilla. San Cristóbal comenzó a ganarse su mala fama, y las autoridades no parecían estar muy interesadas en revertir aquella situación. Desde entonces, el barrio ha ido decayendo, sus viviendas están cada vez más dañadas, y el desempleo sigue siendo la nota general en una zona que muchos consideran insegura y peligrosa. A pesar de ello, las distintas asociaciones de vecinos que trabajan en San Cristóbal están peleando por revertir esa mala imagen del barrio.
Conflictos entre vecinos
Hoy por hoy, San Cristóbal es el barrio de Madrid con mayor porcentaje de población migrante, superando el 40% del total según el censo del propio Ayuntamiento de la ciudad. Este dato no tendría que ser revelador, sino fuese porque hay constantes problemas vecinales, provocados en muchas ocasiones por las riñas entre vecinos de diferentes países. La situación desesperada que viven muchos de ellos, añadida en muchos casos a su poco conocimiento del español, hace que las peleas y discusiones en la calle sean continuas. Además, el barrio cuenta con numerosas bandas activas que hacen que la seguridad en el mismo sea cuanto menos dudosa, y se ha llegado incluso a denunciar que los repartidores no quieren entrar en él, por el peligro que supone. Todo esto afecta, sin duda, a la convivencia diaria.
Foco de prostitución
La prostitución es otro de los problemas que agravan aparentemente la situación del barrio, y especialmente molestan a los vecinos que llevan muchos años viviendo en esta zona. Llama la atención que en el barrio más “pobre” de Madrid, según su renta per cápita, el trabajo de estas chicas siga estando demandado. Muchos afirman que las prostitutas que hacen la calle en San Cristóbal tienen tarifas muy justas y lo único que quieren es sobrevivir. Algunos, incluso, llegan a acusar a estas mujeres de trabajar solo para pagarse la droga, o a cambio de cualquier sustancia adictiva. En el barrio, la situación de las mujeres es desesperante, ya que la mayoría de ellas están expuestas a realizar sus servicios en la calle, en parques o cerca de polígonos.
En un barrio con un gran porcentaje de inmigración es normal que las chicas que hacen la calle también sean extranjeras. Muchas de ellas llegaron a Madrid hace años con la ilusión de prosperar, pero se han dado de bruces con una cruel realidad, en una capital que las ha empujado a vivir aisladas en un barrio de la periferia y casi sin opciones de encontrar un buen trabajo. La zona que colinda con la parte sur del barrio, la Colonia Marconi, es el epicentro de esa prostitución callejera que se ve por las esquinas de los polígonos. Las mujeres que trabajan aquí aseguran que la inseguridad de la zona es relativa, y entienden que los vecinos puedan quejarse, pero solo están tratando de sobrevivir y hacer su trabajo como mejor pueden. Para los vecinos de San Cristóbal, la prostitución sigue siendo un problema alarmante.
¿Es tan mal barrio como dicen?
Los datos, por desgracia, hablan por sí mismo. Las tasas de paro y fracaso escolar están disparadas. La inseguridad se palpa en las calles, y la convivencia entre muchos vecinos es más que tensa. Sin embargo, en los últimos años han surgido numerosas asociaciones dentro del barrio para intentar mostrar una imagen mucho más amable de San Cristóbal, y revertir la negatividad que todavía pesa en la mente de muchos madrileños. Estas asociaciones están peleando por conseguir una mejor educación para sus jóvenes, algo que entienden como imprescindible para darle la vuelta al barrio. Mientras tanto, San Cristóbal sigue siendo el barrio más barato de Madrid para vivir, pero casi nadie quiere instalarse aquí, a sabiendas de lo que puede encontrar. ¿Cambiará la situación en los próximos años?